Políticos no le quitan la mira a Mario Arturo Rico

En los últimos días, el nombre de Mario Arturo Pico ha comenzado a sonar con fuerza en los pasillos políticos de Chihuahua. Y no es casualidad. El joven empresario ha recorrido la entidad reuniéndose con distintos liderazgos locales, y todo indica que está construyendo, paso a paso, un movimiento propio que podría reconfigurar la correlación de fuerzas en Ciudad Juárez.

Lo interesante de su estrategia es la claridad con la que ha evitado caer en la trampa de los llamados “liderazgos” de Movimiento Ciudadano, quienes operan bajo un círculo cerrado, casi como un club de Tobys, que más que sumar, restan. Pico parece haber entendido que en política, a veces, el mejor aliado es aquel que no se tiene: su distancia de esas élites anaranjadas le permite construir con libertad, sin ataduras y sin pagar el costo de adherirse a una estructura desgastada y cada vez menos representativa.

En cambio, ha buscado respaldo de figuras con peso real, actores que no solo aparecen en las fotos, sino que cuentan con influencia efectiva en la toma de decisiones y en la movilización social. Esa ruta, aunque más compleja, lo coloca en un terreno mucho más fértil que el de la política de escritorio a la que muchos se han acostumbrado.

La pregunta es inevitable: ¿estamos frente a un empresario que incursionará en la política con la intención de ser un actor más, o frente a un líder en ciernes que, con visión y estructura, podría sacudir el tablero juarense?

Lo cierto es que, en un escenario donde los partidos tradicionales están desgastados y los nuevos han caído en vicios viejos, la irrupción de un perfil como el de Pico no es menor. Y en política, como bien sabemos, las jugadas que parecen discretas son, en realidad, las que definen el futuro.

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